domingo, 12 de mayo de 2013

Cuando Muera

La Muerte es algo natural e inevitable a todo ser vivo. Pocas veces nos detenemos a pensar y reflexionar acerca del tema, y mucho menos, pensando en nuestra propia muerte.

Soy creyente, y por lo mismo, espero no temer a ese momento, y aceptarlo como la voluntad de Dios y que se haga en mi su plena voluntad.

Lo que me gustaría es, que no lloren por mi partida cuando llegue ese momento.

¿Y por que no llorar? Bien, creo que todos seremos juzgados por nuestros actos, y mis seres queridos o no, los mas cercanos a mi vida, podrán darse a si mismos, testimonio de lo que en mi vida vieron y seré juzgado, quieran ellos o no, por ellos.

Quienes me apreciaron, quisieron o amaron; si fuí un hombre justo, honrado, de principios, con mis defectos, fallas y errores, podrán hacerse un juicio sobre mi vida; y si, a su percepción, fui justo, entonces por qué llorar, si al menos llegaré al purgatorio a expiar mis culpas y así llegar a la tierra prometida, la vida eterna al lado de Dios Todopoderoso.

A quienes no me amaron y creen que les quedé a deber en esta vida, para qué llorar si ya partió  una persona no grata a sus ojos, regocíjense.

En el caso de que a su juicio no sea digno de al menos llegar al purgatorio, y por ende irme derecho a los infiernos; entonces, si me apreciaron al menos, tampoco lloren, porque fué algo que yo mismo fui creando a través de mis actos durante mi vida, y es algo que yo mismo  fuí ganado y mereciendo. Y si me amaron, tampoco lloren por algo que yo mismo construí; mejor oren, intercedan por mi ante Dios, mediante sus oraciones y pidan el perdón de mis culpas. 

Por lo tanto, tampoco lloren, mejor oren por mi perdón.
 
 A quienes pude dar algo de felicidad, recuerdenme con esa misma felicidad que les pude dar, y en lugar de llorar, regalenme una sonrisa, como señal de que dejé huella en su vida.

La muerte es inevitable y es solo un instante; lo que dura, es la vida,  nuestros actos  y los buenos momentos que en la memoria de los demás nos perpetuemos. 

Así que no hay que llorar, por mi partida, al momento que suceda, porque sucederá algún día.

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